YO, PEPE MUGICA

le parole di un uomo, mentre le belve gozzovigliano

Mientras las bestias nazi-liberales bailan sordidamente al son de las notas de los Village People - bufones despreciables - y preparan la gran deportación y la guerra contra los pobres, publico las palabras de un hombre sencillo y grande.

Pepe Mugica, socialista y guerrillero, poeta y presidente, habla con una sonrisa en los labios de la vejez, la enfermedad y la muerte. Y sobre todo de la lucha y de la vida, de las que las bestias nazi-liberales nada saben.

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Mentre le belve nazi-liberali sguaiatamente ballano al suono delle note dei Village People - spregevoli giullari - e preparano la grande deportazione e la guerra contro i poveri, pubblico le parole di un uomo semplice e grande.

Pepe Mugica, socialista e guerrigliero, poeta e presidente, parla con il sorriso sulle labbra della vecchiezza, della malattia e della morte. E soprattutto della lotta e della vita, di cui le belve nazi-liberiste nulla sanno.

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YO, PEPE MUGICA

Os lo cuento.
Fui guerrero tupamaro, agricultor y político.
Pero estoy cansado
sin dejar de ser lo que fui.
Sobre todo, guerrero.
Y ahora me estoy muriendo
y también el guerrero tiene derecho
a su descanso, el que impone el tumor
que me invade.
Todos los caminos de mi tierra llevan
a mi corazón, y sé distinguir
lo que es pasajero de lo que es definitivo.
Fui yo quien eligió este camino
y no protesto por llegar hasta aquí,
con 89 años.

Pero necesito silencio.
El silencio es manantial de vientos
que se llevan los ecos de la vida,
los cuchillos hostiles,
los dientes, alfileres y ataúdes,
los desgarros de mil escalofríos,
torbellino de llantos y de lutos.

Dejadme en el silencio
de mis higueras y manzanos umbríos,
de la lengua que resiste las palabras
que hieren por la espalda,
de las orillas que besan los crepúsculos
lamidos por las olas.

Devolvedme el silencio,
que quiero curar la herida
que me dejó en el alma
el dolor de las selvas arrasadas,
de los bosques de cemento plantados,
de la pobreza insuperable,
de la justicia no ejercida,
de las libertades quebrantadas.

Devolvedme el silencio,
que quiero volver a mis verduras,
mientras tranquilo,
y esperando la paz inevitable,
medito sobre la hermosura de la vida,
sobre cuánto caí y cuánto me levanté,
los buenos amigos que me acompañaron
y también bailaron conmigo.

Devolvedme la paz
y no me pidáis más palabras.
Necesito el milagro
de los labios cerrados,
de las bocas mudas,
de las tibias sombras,
de los latidos ausentes.

Guerrero soy y seguiré luchando,
sin tregua, jamás derrotado.
La vida siempre es porvenir.
la vida me persigue
aunque me esté muriendo.

¡Cuánto de vida hay en la muerte!
¡Cuánto de más allá en la vida!